Día de Muertos 2010 (Halloween)
Mil disculpas por no subir nada al blog en estos últimos días pero las ocupaciones profesionales han estado hasta el copete pero prometo escribir frecuentemente y terminar pronto el relato de miedo que me ha llevado bastantes capítulos.
Falta poco para la celebración de este día de muertos o halloween para los americanos que me pregunto: ¿por qué esta obsesión por el mundo alterno de los no vivos?
Yo creo que se debe a mantener la esperanza de que algo más, algo adicional nos espera más allá de la muerte, y esto se ha convertido en una creencia tan antigua, como la vida misma.
Rápidamente les comento que esta tradición comenzó desde la época de los Celtas, en la antigua Britania, al finalizar el verano para ellos comenzaba su Año Nuevo, cuando iniciaban la época oscura; es decir, cuando las noches son más largas y los días cortos. Ellos creían que en esa noche, el mundo de los vivos se unía con el de los espíritus, lo que ahora llamamos como un portal entre ambos mundos.
Tanto espíritus buenos como malos salían a disfrutar del plano terrenal y por tal motivo, usaban disfraces con mascaras horrendas para asustar a los espíritus malos; de ahí el uso de disfraces en las fechas actuales.
Desde ese entonces, esa celebración se mudo a USA con gran apogeo que aún perdura y se hace presente cada año a finales de Octubre.
El día de muertos celebrado en México data desde la época prehispánica, mucho antes de la llegada de los españoles, aproximadamente tres mil años atrás. La esposa del dios Mictlantecuhtli, Mictecacíhuatl, la dama de la muerte, era venerada durante estos días abarcando un mes completo, en memoria de los niños y los parientes fallecidos. Era común esas épocas el conservar los cráneos como trofeos y durante las celebridades los mostraban como adornos en los hogares y en las calles de las antiguas ciudades.
De ahí el uso de las “calaveritas” de azúcar, chocolate, cerámica y madera que son colocados como adornos e inclusive hasta como obsequio entre los amigos.
Mucho extranjero se muestra sorprendido ante el concepto que los mexicanos tenemos respecto a la muerte. En lugar de temerle nos mofamos de ella, convirtiendo esta celebración en una algarabía llena de tequila, mariachis y comida típica. La razón proviene de nuestros ancestros, aquellos aztecas o mexicas que para ellos la muerte solo representaba el paso a la gloria, y para que lo entiendan les presento los diferentes reinos en el que los espíritus eran recibidos no de acuerdo a su vida, sino a la forma en la que murieron (gracias, como siempre a Wikipedia):
El Tlalocan o paraíso de Tláloc, dios de la lluvia. A este sitio se dirigían aquellos que morían en circunstancias relacionadas con el agua: los ahogados, los que morían por efecto de un rayo, los que morían por enfermedades como la gota o la hidropesía, la sarna o las bubas, así como también los niños sacrificados al dios. El Tlalocan era un lugar de reposo y de abundancia. Aunque los muertos eran generalmente incinerados, los predestinados a Tláloc eran enterrados, como las semillas, para germinar.
El Omeyocan, paraíso del sol, presidido por Huitzilopochtli, el dios de la guerra. A este lugar llegaban sólo los muertos en combate, los cautivos que eran sacrificados y las mujeres que morían en el parto. Estas mujeres eran comparadas a los guerreros, ya que habían librado una gran batalla, la de parir, y se les enterraba en el patio del palacio, para que acompañaran al sol desde el cenit hasta su ocultamiento por el poniente. Su muerte provocaba tristeza y también alegría, ya que, gracias a su valentía, el sol las llevaba como compañeras. Dentro de la escala de valores mesoamericana, el hecho de habitar el Omeyocan era un privilegio. El Omeyocan era un lugar de gozo permanente, en el que se festejaba al sol y se le acompañaba con música, cantos y bailes. Los muertos que iban al Omeyocan, después de cuatro años, volvían al mundo, convertidos en aves de plumas multicolores y hermosas.
Morir en la guerra era considerada como la mejor de las muertes por los mexicas. Para ellos, a diferencia de otras culturas, dentro de la muerte había un sentimiento de esperanza, pues ella ofrecía la posibilidad de acompañar al sol en su diario nacimiento y trascender convertido en pájaro.
El Mictlán, destinado a quienes morían de muerte natural. Este lugar era habitado por Mictlantecuhtli y Mictacacíhuatl, señor y señora de la muerte. Era un sitio muy oscuro, sin ventanas, del que ya no era posible salir. El camino para llegar al Mictlán era muy tortuoso y difícil, pues para llegar a él, las almas debían transitar por distintos lugares durante cuatro años. Luego de este tiempo, las almas llegaban al Chicunamictlán, lugar donde descansaban o desaparecían las almas de los muertos. Para recorrer este camino, el difunto era enterrado con un perro, el cual le ayudaría a cruzar un río y llegar ante Mictlantecuhtli, a quien debía entregar, como ofrenda, atados de teas y cañas de perfume, algodón (ixcátl), hilos colorados y mantas. Quienes iban al Mictlán recibían, como ofrenda, cuatro flechas y cuatro teas atadas con hilo de algodón.
Por su parte, los niños muertos tenían un lugar especial, llamado Chichihuacuauhco, donde se encontraba un árbol de cuyas ramas goteaba leche, para que se alimentaran. Los niños que llegaban aquí volverían a la tierra cuando se destruyese la raza que la habitaba. De esta forma, de la muerte renacería la vida.
Altar de muertos:
En la fiesta de los muertos grandes, el Ueymicailhuitl, se danzaba alrededor de un árbol llamado xócotl, al cual en una fiesta anterior se cortaba, se le quitaba la corteza y se la adornaba de flores. Se realizaban algunos sacrificios humanos, muy típico en esa época, y se hacían enormes comidas o banquetes para todas las personas. Durante la fiesta la gente acostumbraba colocar altares con ofrendas en honor a sus muertos, costumbre que hasta el día de hoy continuamos haciendo (yo lo hago).
En cuanto termine de colocar mi micro ofrenda prometo subir las fotos, nada más no sean tan duros con su crítica.
Otro día les platicaré acerca del pan de muerto, que en esta época se vende muy bien pues tenemos la costumbre de comerlo y compartirlo con familia y amigos, y también les hablaré de la famosa Feria del Alfeñique, feria que se coloca en los portales de la ciudad de Toluca (portales que datan del siglo XVI), y que es muy visitada por extranjeros y nacionales pues es única en el mundo. En esta feria se venden calaveras, si, calaveras hechas de chocolate, azúcar y demás dulce, con las formas más extrañas y diversas. Colocaré fotos de esta feria, la 2010.
Interesantísima esta entrada.
ResponderEliminarMuy instructiva. Yo desconocía la mitad de todas estas historias. Despiertan en una la imaginación.
Un beso.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarComo siempre, todo un placer leerte.
ResponderEliminarMe están dando, como ganas de visitar México.
Lo cuentas tan sabroso, nada que ver con lo que uno ve en TV por cable.
Usted debería embajador cultural de su país y costumbres.