Civilización Maya Parte III

Organización Política y Social.

El llamado imperio maya fue esencialmente una agrupación de ciudades-estado. Cada estado estaba gobernado por un jefe hereditario, militar y político, al que asesoraba un consejo de nobles ancianos. Había también jefes de distrito, igualmente hereditarios, a los que estaban sometidos los jefes de las aldeas. El sacerdocio, regido por un gran sacerdote, llamado el sumo sacerdote, era quien tenía a su disposición los conocimientos científicos.

El esplendor de los mayas en el clásico se debió en cierta medida a la creación de una burocracia estructurada de modo que había un funcionario para cada labor.

La sociedad estaba muy jerarquizada:

  • En primer lugar se hallaba la élite o nobleza, que era un grupo de dirigentes de cada centro maya, éstos estaban libres de cualquier trabajo o esfuerzo físico, se dedicaban a gobernar y vivían de los tributos que cobraban al pueblo; entre sus principales funciones se encontraban las intelectuales, militares y directivas.
  • En segundo lugar se encontraban los comerciantes, éstos tenían un nivel de vida muy elevado, parecido al de la nobleza, eran los encargados del comercio con otras ciudades mayas.
  • Como clase baja se encontraban los artesanos y campesinos, ellos necesitaban rendir tributo a la nobleza para poder ser libres y de esa manera no convertirse en esclavos; tenían derecho a elegir a los líderes de su comunidad, la clase baja era la masa del pueblo; entre sus principales labores estaban la artesanía y el cultivo de las tierras, que eran comunales, éstos facilitaban a las clases superiores parte de su producción agrícola, así como prestaciones en trabajo y transporte.
  • Al final de la jerarquía social se encontraban los esclavos, que eran temporales; a éstos se les ordenaban las tareas más difíciles y pesadas, sus hijos no heredaban esta condición.

La monogamia fue la estructura familiar mas extendida, esto quiere decir que solo había matrimonios de un hombre y una mujer.

Economía y Agricultura.

Los mayas fueron esencialmente agricultores y su principal alimento fue el maíz. La agricultura era una actividad central en la vida de los mayas, sus técnicas agrícolas eran de tipo extensivo, como el sistema de roza-tumba-quema, y otras de tipo intensivo, como el riego y las terrazas. Hay evidencias de que combinaban ambas técnicas con otras alternativas, como la recolección, las huertas domésticas, los camellones o campos levantados, la arboricultura, la caza y la pesca. Otros de sus productos principales eran el fríjol, la calabaza, yuca, jícama y camote.

Además de la milpa, los mayas utilizaban las huertas familiares o conucos, donde sembraban la semilla en parcelas chicas y luego las transplantaban. Así cultivaban sandía, plátano, tomate y jitomate. Practicaban la arboricultura en dolinas en donde cultivaban papay, zapote blanco, huayas o ciruelas amarillas, anona, saramuyo y cacao.

Uno de los productos más importantes de la economía maya fue el maíz. Esta figura representa el dios del preciado cereal, con sus joyas y su tocado característicos.

diosmayamaiz

Religión.

La religión dominaba todos los aspectos de la vida maya, siempre presente en los ritos agrícolas, en las ceremonias públicas, el arte y la cultura.

La religión tenía tres características fundamentales:

  • Politeísta
  • Naturista
  • Dualista

Una característica maya era su total confianza en el control de los dioses respecto a determinadas unidades de tiempo y de todas las actividades del pueblo durante dichos periodos. Todas las creencias culturales de los mayas están fundamentadas en una concepción religiosa del mundo, ya que éste se concibe de origen divino y permeado por energías sagradas que determinan todo acontecer.

Entre los principales dioses de los mayas se encuentran:

DIOS          FUNCIÓN

Hunab Ku   Dios Creador

Itzamná    Hijo de Hunab Ku dios de los cielos y del saber

Chac      Dios de la lluvia

chac

Ah Puch   Dios de los infiernos

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Ixchel     Diosa de la luna y protectora de las mujeres embarazadas, esposa de Itzamná

Kukulcán   Dios del viento, la respiración, la guerra, la muerte y los sacrificios

Ixtah       Dios del suicidio

Mitlán     Los infiernos

Tenían grandes centros ceremoniales y algunas de las deidades olmecas. Únicos en venerar al tiempo como un dios. Sus mitos y leyendas se encuentran registrados en el Popol Vuh o en el Chilan Balam.

Para los mayas el universo está constituido en tres grandes partes que son:

  • El cielo
  • La tierra
  • El inframundo

 

Los mayas practicaron varios tipos de sacrificios, como la decapitación, el flechamiento, la inmersión en el rito sagrado de Chichén Itzá y la extracción del corazón. Los autosacrificios y sacrificios se practicaban en las ceremonias religiosas relacionadas con los periodos del calendario.

Los mayas realizaban distintos tipos de sacrificios humanos, los ceremoniales y los destinados a celebrar la conclusión de una conquista: en este caso, el gobernante o caudillo de la ciudad conquistada era humillado con la derrota y sacrificado, a veces de inmediato, y otras veces seguía un ritual de preparación para el sacrificio.

En cuanto a los sacrificios ceremoniales, se creía que las princesas vírgenes eran ofrecidas, en especial en Chichén Itzá en su Cenote Sagrado, pero hallazgos arqueológicos en el fondo revelan que también eran sacrificados hombres, sobre todo niños.

Cuando un maya fallecía, la familia se reunía en su casa, le ponían un puñado de maíz en la boca, lo cubrían con sus mejores ropas y joyas, le llevaban ofrendas y armas y procedían a enterrarlo. Si era una persona importante, se le incineraba, y en las festividades religiosas se le ofrecían ofrendas. Los sacerdotes eran considerados como los más importantes de todos, usualmente eran los jefes reinantes y solamente ellos eran educados para conocer todo los que sus dioses significaban.

Los mayas creían que sus dioses habían destruido y recreado su mundo muchas veces, por lo que su religión se basó en tratar de complacerlos con sacrificios y ofrendas para evitar que la desgracia cayera sobre ellos.

Decadencia

La agonía de las metrópolis clásicas edificadas en las regiones de Petén, Belice, Honduras: y Chiapas, se refleja en la interrupción repentina de las inscripciones: la datación de los monumentos va cesando en diferentes emplazamientos, sin que se sepa la razón. Las estelas o los dinteles empiezan a escasear o desaparecer del todo a partir del 790. La última fecha de Bonampak se remonta al 795. En Palenque, indica 799; en Yaxchilán, 808; en Quirigua y Piedras Negras, 810; en Copán, 820; en Machaquila, 841; en Altar de Sacrificios, 849; en Tikal, 879; en Seibal, 889; en Chichén Itzá, 898; finalmente, Tonina presenta, en el 909, la última fecha basada en la «cuenta larga».

Así, en poco más de un siglo, la brillante cultura de los mayas se detiene. Las tradiciones caen en el olvido. Las tribus entran en decadencia una detrás de otra. ¿Qué es lo que provoca esta decadencia? A esta pregunta, los arqueólogos e historiadores han tratado de contestar invocando epidemias, revueltas populares, inundaciones, o la implacable invasión de la selva. Han sugerido cambios climáticos, el abandono de las tierras y la falta de conservación de los canales de drenaje, lo cual pudiera haber provocado ataques masivos de malaria... También mencionan verdaderas revoluciones, consecuencia de la excesiva explotación de la mano de obra; las constantes guerras entre tribus, que acabaron por debilitar el poder central en las «provincias»; la cantidad de sacrificios humanos, que condujeron a la despoblación, y después al hambre, etc.

Todas estas causas son las que pueden haber llevado a la decadencia de los mayas. En efecto, es posible que se hayan juntado todas para provocar el cataclismo final. Pero la razón principal parece residir, una vez más, en los movimientos de población que se originaron en las inmensidades semidesérticas del norte de México. Estas tribus bárbaras obligaron a las «naciones» civilizadas a huir para evitar la destrucción.

Constatamos, por ejemplo, desplazamientos de pueblos enteros, cuyas tribus —pipiles, putunes, quichés, toltecas— penetraron en territorio maya. Frente a estos nómadas poco civilizados y belicosos, la vieja sociedad autóctona, desorganizada y asolada, se derrumbó, a pesar de su incontestable superioridad, ya que nada sustituía a sus instituciones. Por otra parte, una vez que los pueblos sedentarios huyeron ante los invasores, cabe suponer que la llegada al país maya de contingentes guerreros muy cultos produjera un último período de esplendor, como lo demuestra el apogeo de la Chichén Itzá maya-tolteca.

Además de los desplazamientos provocados por las grandes invasiones citadas, se deben tener en cuenta otros factores: por ejemplo, las influencias externas provocadas por las corrientes comerciales que se establecieron en los siglos IX Y X con las nuevas rutas que recorrían América central. Así, por ejemplo, la aparición de la metalurgia del oro —contemporánea de la eclosión maya-tolteca— puso en cuestión los fundamentos del mundo maya. Este tipo de acontecimientos tuvieron que producir importantes transformaciones sociopolíticas que afectaran a las mismas bases religiosas y sociales de aquella sociedad. Pudieron ser causa de cambios sustanciales, como consecuencia de los cuales se minaron las estructuras estatales, espirituales y morales, poniendo en cuestión los factores de cohesión del mundo maya. Como vemos, las causas de la decadencia pudieron ser múltiples. Es difícil optar por una hipótesis u otra a la hora de explicar la muerte de esta civilización.

Los últimos descendientes de los mayas, con los que se encontrarán los españoles en los albores del siglo XVI, ya no tenían mucho en común con los astrónomos y constructores que fundaron los grandes centros urbanos de la selva virgen. Al parecer, ya no formaban parte de la intelligentsia responsable —cinco siglos antes— del apogeo del mundo precolombino. Sólo unas pequeñas ciudades edificadas apresuradamente recordaban el esplendor de antaño. Respecto a los grandes edificios clásicos, subsistieron medio en ruinas, como esqueletos carcomidos por la vegetación, en lo que había sido la admirable eclosión urbana de este pueblo. El abandono y el olvido habían echado sobre las capitales mayas su velo de decrepitud. Y poco a poco las raíces de los gigantescos árboles de la selva acabaron reventando los muros, las bóvedas y los palacios que habían sido habitados por los representantes de una brillante elite de sabios y artistas.

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